Puerto Williams es la ciudad más meridional del mundo, ubicada en Tierra del Fuego, Chile, a unos 1.000 km de la Antártida. Con un clima riguroso y los numerosos desafíos logísticos típicos de un sitio de construcción tan remoto, aquí se construyó el Centro Subantártico Cabo de Hornos, que albergará el centro universitario más austral del planeta, dedicado a la investigación de excelencia en ecología, biodiversidad, cambio ambiental global y conservación biocultural. El edificio también contará con cursos de formación técnica acorde a los requerimientos e identidad de la zona y un centro de visitantes para el turismo sostenible.
El proyecto, elegido a través de un concurso, fue desarrollado por Ennead Architects (arquitectos diseñadores), Cristian Sanhueza (arquitecto coordinador) y Cristian Ostertag (arquitecto Supervisor) y abarca una superficie construida de 2.581 m2, conectando 3 volúmenes principales que también corresponden a los usos del edificio: Educación, Equipamiento Comunitario y Área Científica. Todo el proyecto está cubierto por techos verdes y se alimentará principalmente de energía fotovoltaica y eólica, además de cumplir con los requisitos de sostenibilidad y eficiencia energética necesarios para responder al clima extremo de la región.
Por lo tanto, se debía dar especial atención a la envolvente del edificio. La materialidad de los volúmenes se mantuvo pura, con un ritmo creado a partir de pequeñas aletas ubicadas entre las aberturas de vidrio, lo que otorga una corporeidad sumamente translúcida al edificio, estableciendo una conexión visual entre el interior y el exterior. Estas numerosas aperturas verticales también juegan un papel fundamental, que es el de aprovechar al máximo la radiación solar para almacenarla en su interior, reduciendo la necesidad de calefacción durante la noche. La volumetría está inspirada en las proas de los barcos, aludiendo al recorrido que muchos de ellos realizan por los canales, al igual que los pueblos indígenas en el siglo pasado.
Su revestimiento exterior, realizado con láminas de aluminio de tono rojizo, con un patrón oxidado, fue proporcionado por la empresa Metaldesign. Importante para su conexión con la cultura local, por sus colores, el revestimiento se compone de 1.800 m2 de paneles, una combinación de productos de aluminio MD-B y MD-H de 2 mm de espesor, 2.500 mm de alto por 600 mm de ancho, con electropintado color óxido. Se trata de paneles de una sola cara con posibilidad de instalación en posición vertical. Su sistema de anclaje combinado permite cubrir grandes superficies en altura, facilitando el avance de obra y entregando un acabado limpio, gracias a su sistema de fijación oculta. Las aletas anteriormente mencionadas se componen de la lama ½ R-400 en aluminio extruido de la empresa española Giménez Ganga, también electro pintadas en color óxido y fijadas con soportes de acero inoxidable.
Los sistemas constructivos limpios y prefabricados fueron fundamentales para la culminación de la obra. Al tratarse de un lugar remoto, todos los materiales, suministros y maquinarias debían llegar en ferry o barco, con una capacidad muy limitada. Además, las bajas temperaturas y la alta incidencia del viento influyeron en el sitio de construcción y la elección de los materiales de revestimiento. Esto implicó una importante logística de compra, traslado y coordinación de instaladores específicos para cada uno de estos materiales. El resultado fue un edificio adecuado a su clima y ubicación, y listo para recibir todo el conocimiento y contribuir a la preservación de la fauna y flora local.